sábado, 15 de septiembre de 2012

Durante el puerperio al menos, cerrada por vacaciones.

Tengo que admitirlo: soy cansina hasta la médula. Mi cabeza no puede parar un minuto,siempre planeando,suponiendo,temiendo, imaginando,dando por sentado,dudando y adelantando maravillas y catastrofes que jamás suceden. Un auténtico plomo. 

Desde hace unos años leo compulsivamente cualquier libro que me ayude a encontrar un poco de paz mental y todos ellos hablan de la idea del soltar, de la aceptación de lo que es y del presente como único lugar posible donde habitar. Sólo me falta tatuarme la frase "Aquí y ahora" en cualquier parte de mi cuerpo que pueda visualizar las 24 horas del día y,sin embargo,para mi sorpresa todo ha sido en vano. En mi caso aquello de que la teoria no sirve de nada si no va acompañada de la experiencia ha resultado ser una verdad como una casa.


Pero ocurre que de repente llega la pequeñuela y con ella las tomas de pecho interminables,las noches en vela, las siestas matutinas,los mimos, las palabras de cariño y de consuelo,las historias interminables del pequeñuelo sobre la Atlantida y otros misterios, su alegría al vernos a la pequeñuela y a mí apostadas en la puerta del cole, la alegría que nos produce a todos escuchar llegar a mi amor por la noche de trabajar y aquí me hallo: anclada en un presente ininterrumpido como si llevara haciéndolo toda la vida. Goodbye a las preocupaciones por el futuro y a las culpas del pasado. Soy libre. Todo eso me importa ahora un pepino. Algo muy parecido debe de ser el nirvana. Ahora sólo falta ver cuanto me dura... ;)

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