sábado, 15 de septiembre de 2012

Universo puerperio

 Mirar embelesada la cara de la pequeñuela mientras ella duerme, se aferra a mi pecho, llora, hace un gesto involuntario de sonrisa, frunce el ceño y lo relaja y yo no puedo apartar ni por un instante la mirada.

El pecho hinchado que gotea, las camisetas mojadas, las sábanas, las gotas que resbalan incluso por mi vientre.


Las grapas y bajo ellas, la gran cicatriz a través de la cual ella vio por primera vez el mundo. El dolor, que cada dia es más y más tenue y que no importa, que no importó nunca porque había una alegría mucho mas grande que lo solapaba por completo.


La cara de su papi al observarla, tan embelesado, tan enamorado como yo misma y nuestro otro amor, el pequeñuelo, su hermanito, que en un gesto distraido le coge su pequeño pie y lo besa.


Vivo estos dias en un universo paralelo, en el que el tiempo se detiene por momentos y al reanudarse lo hace de una forma lenta y sosegada como si hubiera ganado en densidad y en volumen. Y cada uno de sus segundos está poblado de una felicidad indescriptible, que quizás sólo yo comprenda por no ser una felicidad exultante como una cascada, sino serena y callada como el agua subterránea que todo lo drena.

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