viernes, 28 de septiembre de 2012

Impresiones campestres

Soltar todo: Estrés, preocupaciones, condicionamientos, barreras del sistema inmunológico... Todos malitos, todos en un mar de mocos y tos, así de cargados íbamos. Así que el cuerpo se renueva y pide a gritos un dejarse ir, un poco de atención, de presencia, de consciencia puesta en él. Y felices, nos dejamos ir, como las hojas que arrastra el río de aguas límpidas en el que día a día nos bañamos y en el que también soltamos un poco de lo que ya no nos sirve para nada y nos pesaba.

Días para estar en familia y entre amigos, que son también ya parte de nuestra familia. Días para mirarnos los unos a los otros y volver a reconocernos, a renovar nuestros votos. Nos amamos, eso es así pero también lo es que a veces los días nos envuelven en su rutina, hacen un revoltijo de todos nosotros y nos nublan la visión. Aquí recuperamos esa visión clara que nos devuelve el reflejo de nuestra imagen más cristalina, más actualizada. 
De vuelta en casa, las primeras lluvias del otoño terminan el trabajo. Reposo, mirar tras el cristal, rememorar otros cielos grises ya lejanos y otras lluvias. Miro los árboles, y también me deshojo lentamente. Cada vez queda menos de mí dentro mía. Algún día no quedará ni rastro. 

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